EL FALSO CRISTÓBAL COLÓN “VALENCIANO DE LOS PAíSES CATALANES, DE CULTURA Y LENGUA CATALANA”.
Francec Albardaner, el 26 Novembre 2012, dio una conferencia en el Salón de actos del Museo Marítimo de Barcelona con esta inquietante pregunta para el nacionalismo catalanista: “Valencia, ¿cuna del descubrimiento del Nuevo Mundo?” que levantó ampollas en los sectores más nacionalistas y en el Instituto de Nueva Historia defensores a ultranza de la pureza del ADN barcelonés de Cristóbal Colón.
Albardaner ha sido extraordinariamente crítico con las teorías “de campanario” del autodenominado “Instituto de Nueva Historia” que reivindica la catalanidad de todos los personajes ilustres de la cultura europea. En título de su trabajo “El origen catalán de Colón, ciencia histórica o fanatismo patriotero”[1] ya no disimula el desprecio del investigador hacia dichas teorías estrafalarias. No obstante a ello, quiero dejar claro que Francesc Albardaner, que lideró la escisión dentro de los investigadores del origen catalán de Cristóbal Colón, sigue sosteniendo su catalanidad desde el punto de vista “cultural” (“en Valencia se hablaba catalán”, dice) y “geográfico” (“Valencia pertenecía a los países catalanes”, dice).
La militancia política de Francesc Albardaner, primero en el independentista Onmium Cultural y, después, el Bloc Municipal Catalá, también independentista, le lleva a imprimir a su teoría que Colón era un “catalán nacido en Valencia”, “porque en Valencia se hablaba catalán” y “el Reino de Valencia pertenecía a la Confederación Catalano-aragonesa”. Todo ello, desde el punto de vista histórico, político, jurídico, sociológico y lingüístico es simplemente falso pero son los elementos discursivos tradicionales del nacionalismo catalán y catalanista sobre los que se erige la teoría de que la Nación catalana, incluída Valencia y Baleares, se sustenta, sobre todo, en un idioma común, lo que es del todo punto falso.
PRIMERA FALSEDAD.- La lengua valenciana nació y se desarrolló en paralelo a la lengua catalana tras el rompimiento del latín en la España visigoda. Los romances hispano-romanos de la Hispania Citerior recibieron las aportaciones de los nuevos conquistadores que durante 5 siglos poblaron las tierras valencianas y las catalanas. En Valencia, el romance valenciano de clara raíz íbera y latina que hablaban los visigodos valencianos recibiría 5 siglos de influencia árabe a partir del siglo VIII configurando la lengua mozárabe valenciana varios siglos anterior a la conquista de Jaime I y en la que escribían incluso los poetas moros sus jarchas valencianas. Por el contrario, los territorios de la actual Cataluña que conformaron la Marca Hispánica dependiente 500 años de la corona carolingia y francesa recibieron en su romance las aportaciones de la lengua provenzal o lemosina hasta su incorporación en 1258 a la Corona de Aragón mediante la firma del Tratado de Corbeil entre Jaime I y Luis IX, rey de Francia. Fue, partir de entonces, cuando el Reino de Valencia adquiriría su esplendor económico y literario en el seno de la Corona de Aragón liderando, ya en el siglo XV de Cristóbal Colón, el comercio hispano-mediterráneo y aportando el primer siglo de oro de las lenguas neolatinas con el gran Siglo de Oro de la lengua valenciana. La legislación valenciana estaba, desde el mismo momento de la conquista de Valencia en 1238, escrita en la lengua romance valenciana, Furs i Costums, actual idioma valenciano (artículo 6 del vigente Estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana), mientras que la catalana, Usatici Barcinone, tendría que esperar 170 años después de la valenciana a ser traducida al provenzal catalán que se hablaba en los condados catalanes de Aragón.
Todos los autores del siglo de Oro valenciano, anteiores y posteriores a este, siempre escribieron que su lengua era la “valenciana” sin que hubiera ni unas sóla referencia en toda la literatura valenciana a que la lengua autóctona del Reino de Valenciana fuera otra que la valenciana.
PRUEBAS DE QUE ES LENGUA VALENCIANA Y NO CATALANA:
– “…me atrevire expondre: no solament de lengua anglesa en portoguesa. Mas encara de portoguesa en vulgar valenciana: perço que la nació don yo so natural sen puxa alegrar…” Joanot Martorell.[2]
– Liber Elegantiorum, ‘escrit en latina et valentiana lingua’. Joan Esteve[3]. (El Liber Elegantiorum es el primer diccionari d´una llengua románica).
– “Acaba la Biblia molt vera e catholica, treta de una biblia del noble mossen Berenguer Vives de Boil, cavaller, la qual fon trellada de aquella propia que fon arromançada, en lo monestir de Portacoeli, de llengua latina en la nostra valenciana”. Bonifaci Ferrer. [4]
-“La valenciana, graciosa lengua, con quien sólo la portuguesa puede competir en ser dulce y agradable”. Miguel de Cervantes. 1547-1616.[5]
“Mas habéis de estar alerta, por sentir los personajes, que hablan cuatro lenguajes hasta acabar su rehierta. No salían de cuenta cierta, por latín e italiano, castellana y valenciano que ninguno desconcierta”. Bartolomé Torres Naharro. 1.517.
Frente a estas pruebas se sitúa la categoría supuestamente científica denominada globalmente como “la romanística” con el que el catalanismo nacionalista pretende ahogar y silenciar las tesis de eminentes filólogos y expertos en romanística hispana que defienden sin ambages que la lengua valenciana es anterior a la lengua catalana.
– “Es la lengua valenciana la primera lengua romance literaria de Europa, de cuyos clásicos no sólo aprendieron catalanes sino incluso castellanos” (Menéndez Pidal, filólogo).
– “Pero es el caso que Valencia no quiere ser otra cosa que Valencia. Su lengua, la valenciana, difiere lo bastante de la catalana para poder permitirse gramática y vocabulario propios”. (D. Salvador de Madariaga, historiador).
– «Los dialectos de la lengua lemosina son la catalana, valenciana y mallorquina. La catalana ha recibido muchos vocablos de la francesa; y la valenciana, de la castellana…” (Gregorio Mayans Ciscar, historiador y lingüista).
– “La existencia de un substrato ibérico debe de ser considerada como un primer factor de diferenciación (cultural y lingüístico) entre Valencia y la Cataluña oriental”. (Jose Maria Guinot y Galán. Doctor en Filología Románica).
– “La noción de catalanismo como la lengua madre de la valenciana y de la balear es falsa históricamente. Las manifestaciones culturales baleáricas y valencianas son muy anteriores a las del catalán». (Torcuato Luca De Tena, miembro de la Real Academia Española de la Lengua. Septiembre de 1985)
– “El valenciano es la lengua hablada en la mayor parte del antiguo Reino de Valencia, y pertenece al grupo románico de las lenguas de inflexión indoeuropeas, hermana del castellano, francés, italiano, portugués y rumano”. (P. Lluis Fullana, filólogo. Académico de la Real Academia Española de la Lengua).
SEGUNDA FALSEDAD.- La inexistencia histórica, cultural o geográfica de “los países catalanes”. Tan novedosa y ahistórica es la estelada catalana como esta falsa denominación de “los países catalanes” con la que se pretende sustentar el objetivo nacionalista de una “gran nación catalana” surgido a finales del siglo XIX con el nacimiento de los movimientos románticos en una clara imitación del pangermanismo europeo. “Una lengua, una nación”, además de las terribles consecuencias traídas a lo largo del siglo XX, sigue inoculado en sectores del nacionalismo antiespañol que sostienen que en Cataluña, Baleares, Valencia, Aragón, Andorra, el Rosellón y la Cerdaña se habla una única lengua catalana lo cual –en el caso de que fuera verdad -que no lo es- sería motivo suficiente para edificar sobre ella una nueva nación distinta y enfrentada a España.
Los 9 condados, hoy catalanes, de la antigua “Marca Hispánica” que pasaron de ser territorios romanos, hispano-godos y musulmanes a soberanía francesa (franco-carolingia) a principios del siglo IX fueron feudatarios y vasallos del rey de Francia hasta 1258 que se incorporaron a la Corona de Aragón y, por esta, a España.
Hemos de recordar que en esa Marca Hispánica carolingia (801), generalmente la población conquistada aceptó a los nuevos dominadores con escasa resistencia y en algunos casos mejorando su situación en comparación con la que tenían bajo el mandato de los gobernantes hispano-godos y la de los musulmanes. Sus habitantes aceptaron sin reparo las nuevas leyes Carolingias al igual que los matrimonios de los nativos de la Marca Hispánica con los francos. Esto marcaría una fuerte influencia Carolingia por la dependencia cultural y religiosa de los centros ubicados en tierras francesas.
Para gobernar estos territorios los reyes francos designaron condes, unos de origen francés y otros autóctonos según criterios de eficacia militar en la defensa de las fronteras y de lealtad y fidelidad a la corona. Inicialmente la autoridad condal recayó en los señores locales de la Marca pero los intentos de convertir sus demarcaciones en señoríos hereditarios obligó a los carolingios a sustituirlos por condes de origen francés.
Los profesores R. D’Abadal[6] y F. Codera[7] afirman que, tras esta combinación étnica creada en los Condados de la Marca Hispánica del 801 entre los y los autóctonos surgiría una combinación de cultura hispano-franca y desarrollarían un mosaico de dialectos del Provenzal. El latín vulgarizado con alguna aportación árabe, mallorquina y valenciana iba a recibir una aportación del provenzal que sería determinante en la configuración final de la lengua lemosina que se consolidaría como catalana con la Renaixença del siglo XIX, 4 siglos después del siglo de Oro de la Lengua Valenciana (siglo XV).
La inexistencia política de Cataluña durante la conquista de Valencia en 1238, ya que eran legalmente aún territorios condales de la corona francesa de escasa relevancia poblacional, sin instituciones ni estructura política ni idiomática, hace del todo punto imposible que tuviera papel alguno en la construcción del nuevo reino cristiano de Valencia.
Es precisamente con Jaime I, en 1258, veinte años después de la conquista de Valencia (1238) cuando Aragón incorpora a su reino los condados franceses que hoy conocemos como Cataluña con la firma del referido Tratado de Corbeil con el Rey San Luis IX de Francia. No existe documento alguno de los años 1200, 1210, 1235, 1258, 1300 etc, que aparezca documentada Cataluña como reino, nación o estado. Tan sólo como referencia territorial. En el propio tratado de Corbeil los condados catalanes franceses se describen individualmente cada uno de ellos sin que exista agrupación o estructura superior que pueda fundamentar otra realidad política.
El Tratado de Corbeil (1258) está escrito en latín y comienza con las palabras:
“Es universalmente conocido que existen desavenencias entre el señor rey de Francia y el señor de Aragón, de las Mallorcas y de Valencia, Conde de Barcelona y Urgel, señor de Montpellier; por lo que el señor rey de Francia dice que los condados de Barcelona, Besalú, Urgel, etc… son feudos suyos; y el señor rey de Aragón dice que tiene derechos en Carcasona, Tolosa, Narbona, etc….”.
“Instrumentum de pace inter Ludovicum, regem Franciœ, et Jacobum, regem Aragonum, pacta, propter quasdam terras sibi invicem restitutas. Noverint universi quod, cum inter dominum regem Francie, ex una parte, et dominum regem Arragonum, Majoricarum et Valencie, comitem Barchinone et Urgelli et dominum Montispessulani, ex altera, suborta esset materia questionis super eo quod idem dominus rex Francie dicebat comitatum Barchinone, Bisulduni, Rossilionis, Erpurdani, Ceritanie, Urgelli, Confluentis, Gerundensem et Eusonensem cum eorum pertinenciis de regno Francie et de feodis suis esse, et dictus dominus rex Aragonum ex adverso dicebat se jus habere in Carcassona et Carcassès, in Redis et Redès, Lauraco et Lauregès, Terminis et Terminès, Biterris et vicecomitatu Biterrensi15 , Agadha et Agadès, Albi et Albigès, Ruthinis et Ruthinès, comitatu Fuxi, Caturco et Caturcino, Narbona et ducatu Narbonensi, Minerba et Minerbès, Fenolleto et Fenolledès, terra de Saltu, Petrapertusa et Petrapertusès, Amilliavo cum toto comitatu Amilliavi, Credona cum vicecomitatu Credonensi, Gavaldano, Nemauso et Nemausès, Tholosa cum toto comitatu Tholose et Sancti Egidii, cum honoribus, districtibus et juribus universis et pertinenciis eorumdem, tandem nos, Arnaldus, Dei gracia Barchinonensis episcopus, Guillelmus, prior Sancte Marie de Corneliano, Guillelmus de Rochafolio, tenens locum predicti domini regis Aragonum in Montepessulano, procuratores ad hoc ab ipso domino rege Aragonum missi specialiter ad predictum dominum regem Francie, in propriis personis ad ipsum accessimus, et litteras procuratorias, sigillo ipsius domini regis Aragonum sigillatas, predicto domino regi Francie exhibuimus in hec verba. –
Pero para el nacionalismo catalán el supuesto nacimiento de la casa de Cataluña tiene su origen con el enlace matrimonial de Dña. Petronila, hija del rey de Aragón, Ramiro II el Monje con el Conde de Barcelona, Ramón Berenguer. Los esponsales matrimoniales[8] firmados por Ramiro II son cuatro documentos de fecha 11 de Agosto de 1136 que van a regular la vida matrimonial de Dña. Petronila, Reina de Aragón y el conde de Barcelona.
El documento ha sido leído e interpretado torticeramente por el nacionalismo que, con el fín de hacer creer que es una unión dinástica entre dos casas reales, se ciñe exclusivamente al primero de los cuatro y evitando los otros tres siguientes donde el Rey de Aragón deja muy claro que no es una unión dinástica ya que siempre se habla de la casa de Aragón y el otorgante, Ramiro II, padre de Petronila, se asegura su preeminencia haciendo prometer a Conde de Barcelona su “fidelidad a mi y a mi hija”.
Una prueba de ello es que Ramiro II deja claro que “todo lo antes descrito, yo el citado Ramiro lo hago a ti Ramón Conde y Marqués de los Barceloneses de modo que si mi dicha hija muriese y tu fueras supérstite tengas libre y sin impedimento la donación de dicho reino (de Aragón)”. Como en 1162 murió el Conde Ramón Berenguer y Dña. Petronila en 1164, esto es, dos años despúes de la Reina, ello impidió de todas las de la ley que el conde de Barcelona heredara el reino de Aragón. Pues algo tan sencillo de interpretar literal, teleológica y sociológicamente es brutalmente forzado por el nacionalismo independentista defensor de la falsa teoría de la existencia de una irreal confederación catalano-aragonesa nacida de dicho enlace.
Asi pues, en 1162 los citados esponsales pierden su vigencia y eficacia jurídica dado que existía una claúsula de caducidad plenamente cumplida por la muerte del Conde de Barcelona con anterioridad a la muerte de la Reina Petronila.
La “corona catalana”, “confederación catalano-aragonesa” o los “países catalanes” son, pues, una mentira más del nacionalismo romántico y fantástico del siglo XIX que intenta sustentar sus sueños neocoloniales en figuras jurídicas y políticas que nunca existieron. Por ello la historia nos da documentos incontestables, todos, en los que cuando hace referencia a los reyes hispanos, habla de “Rey de Aragón, Rey de Valencia, Rey de Mallorca y Conde de Barcelona…”.
NUESTRO ROMANCE
Y volvemos a Colón. El texto original del Diario de a bordo fue entregado, a su regreso, por el propio Colón a los Reyes de España para su transcripción y copiado. Juan Antonio Pérez Herrro[9] apunta en su libro En Johan Chistofol Berthomeu i Colom 1992 (Queloleny Edicions), incluso, para su traducción de “nuestro romance” al castellano. Tras ello, el original, con una de las copias, fue devuelto al propio almirante.
En efecto, en el Diario de a bordo, Colón escribe el 2 de Agosto de 1492:
“y luego en aquel presente mes, por la información que yo había dado a Vuestras Altezas de las tierras de India y de un Príncipe llamado Gran Can (que quiere decir en nuestro romance Rey de los Reyes)”.
El texto “que quiere decir en nuestro romance Rey de los Reyes” que aparece entre paréntesis es una transcripción exacta del texto que hace Bartolomé de las Casas del Diario de navegación del primer día y nos abre un amplio abanico de posibilidades para la investigación:
1.- El posesivo “nuestro” marca un claro sentido de propiedad de la lengua con la que habla y escribe el almirante, con lo que Colón, que nunca naturalizó su estado civil en Castilla, habla de una lengua compartida y de la que se siente copropietario. En el caso de que fuera un emigrante italiano llegado a España a los 20 o 22 años, no hablaría en estos términos y, a mayor abundamiento, habría pruebas de su nacionalización castellana o aragonesa.
2.- El sustantivo “romance” puede tener una significación múltiple. Puede referirse a la lengua castellana o a cualquier del resto de lenguas neolatinas o neorománicas españolas, incluyendo a la lengua valenciana que, a finales del siglo XV, se encontraba –como hemos repetido- en pleno Siglo de Oro.
El Diario de a bordo fue copiado por algún amanuense por orden de los reyes (copia también perdida) y esta copia fue transcrita por el padre Las Casas entre 1544 y 1553 de forma bastante fidedigna aunque los investigadores han hallado puntos de controversia: en el encabezamiento, en datos de texto que evidencian alguna adición posterior a los acontecimientos, en expresiones, etc.
LA LETRA GÓTICA CURSIVA VALENCIANA, NO CATALANA
La letra gótica cursiva utilizada por Colón no es otra que la utilizada mayoritariamente en la Corona de Aragón y por ello en el Reino de Valencia en cuya capital, como hemos apuntado, estaba asentada la Corte de Alfonso el Magnánimo desde 1425, de marcado carácter renacentista y que se vería rápidamente influenciada por la humanística italiana que entraría por la ciudad de Valencia coincidiendo con la llegada de la inmigración genovesa y de los padres de Cristóbal Colón.
A esta escritura gótica cursiva aragonesa, los defensores de la catalanidad de Colón la denominan “gótica cursiva catalana” cuando lo bien cierto es que fue precisamente a Cataluña donde llegó más tardíamente y sin literatura destacable..
Dice Francesc Albardaner que “Si los textos castellanos de Colón estaban plagados de catalanismos, es que su lengua materna era la lengua catalana (sic)… Todo demuestra que Colón fue un personaje originario de la zona catalano-parlante de la Corona de Aragón”.
Remata Albardaner que “Colón sólo podría ser catalán y genovés de nacionalidad a la vez si su padre o, todavía mejor, su abuelo, fueran ligures de origen, establecidos hacía tiempo en algún territorio de la Corona de Aragón. Y la ciudad ideal para poder darse este fenómeno es Valencia en el tercio central del siglo XV”[10].
Este párrafo hay que leerlo en el contexto erróneo o malintencionado en el que se mueve el catalanismo político. Los historiadores más comprometidos con el nacionalismo catalán siempre han difundido la teoría de que la lengua hablada en Valencia desde la conquista de Jaime I no es otra que la catalana importada por sus huestes provenientes de la antigua Marca Hispánica. Lo hemos tratado antes. Fueron los propios escritores y literatos del siglo de Oro de la lengua valenciana como ya hemos visto los que, “ex ante”, ya le aclaraban a todos ellos que la lengua en la que escribían el “Tirant lo Blanc”, “L´espill” o el “Vita Cristi” no era otra que la lengua valenciana. Y así, hasta el siglo XX.
La unanimidad fue abrumadora en los autores clásicos valencianos al denominar “lengua valenciana” a la lengua romance derivada del latín que durante 5 siglos se arabizó hasta cristalizar en un auténtico idioma. Ningún autor valenciano hasta el siglo XX denominó catalán al valenciano que, según los catalanistas, nos trajeron los supuestos “catalanes” que vinieron con Jaime I provenientes de los condados franceses que hoy se conocen como Cataluña y que carecían de una lengua uniforme, estructurada y que se alejaba mucho del valenciano ya que ellos hablaban diferentes variedades de un latín occitanizado con multitud de provenzalismos.
Todos los clásicos valencianos, especialmente los autores de nuestro Siglo de Oro valenciano, de manera constante y reiterada y sin excepción alguna, denominan “valenciana” a la lengua que hablan y con la que escriben. Es y fue materialmente imposible que un 3% de inmigrantes provenientes de los condados de la antigua Marca Hispánica que pudieron acompañar a Jaime I impusieran una lengua al 97 % restante de los habitantes del Reino y que, en apenas 150 años no sólo lo tuviera como propio sino que, además, dieran a Europa el primer Siglo de Oro de las lenguas neolatinas.
Si tan catalán era o es la lengua valenciana, ¿por qué Cataluña nunca tuvo siglo de Oro? ¿Por qué Joanot Martorell, Bonifacio Ferrer, Vicente Ferrer, Isabel de Villena, Roig de Corella, Jaume Roig, Ausias March… todos, todos y cada uno de decían que escribían en lengua valenciana y no en catalán? Simplemente porque el valenciano era y es anterior y diferente, aunque hermano, de la lengua catalana cuya Renaixença literaria se produciría en el siglo XIX, cuatro siglos posterior al siglo de Oro del valenciano.
Lo que ocurre es que la historiografía nacionalista catalana, basándose en las “similitudes” que, en efecto pueden tener dos lenguas con una raíz latina común, atribuye toda la lengua vernácula valenciana y balear en beneficio de una inexistente literatura medieval catalana. Pero es que la supuesta similitud o semejanza, si habla a favor de alguna lengua influyente, debe de ser a favor del valenciano y nunca del catalán ya que las referencias y citas históricas y literarias que existen del catalán son escasas y siempre posteriores a las del valenciano.
No obstante a ello, la falsificación y la mentira siguen campando a sus anchas en esa “nueva historia” construida con la finalidad de estructurar y unificar un idioma como sustrato de todo un proyecto político. Se trata, sin duda, de minimizar o hacer desaparecer estas referencias históricas que acreditan la convicción de nuestros literatos de que escribían en una lengua propia, distinta y diferenciada del catalán. Y para ello recurren a la brutalidad sin reparo alguno.
El Institut d’Estudis Catalans repite una y otra vez con su maquinaria “normalizadora” y “estandarizadora” que si valencianos y catalanes se entienden es por la unicidad de la lengua. Sin embargo podremos observar como esta estrategia no lo hacen con el Languedoc francés.
García Moya denuncia que si “el texto que sigue es occitano y, según el citado IEC, no es catalán ni dialecto del mismo: «Xavier Deltour es un jove quia pas encara complits los vint ans. Nos presenta un mestre libre, I’istoria de l’Aquitania dins tot son ample istoric e geografic» (Lo Gai Saber. Revista de l’Escola Occitana, Toulouse 1996, p. 206), ¿por qué no reivindican la unidad del catalán con el occitano? García Moya remata su acertada aseveración con que “el IEC no quiere saber nada sobre la unificación con el occitano, ya que si aplicaran la teoría de la expansión idiomática de norte a sur tendría que aceptar su dependencia del Languedoc. El terror que inspira en el IEC una reacción cultural de Occitania, y la consecuente reivindicación del catalán como dialecto occitano o lemosín explica la invención de algunas normas y vocablos para diferenciarse del incómodo pariente”.[11]
Véase, también, el ejemplo de uno de los dos más eminentes colaboradores o colaboracionistas con este desafuero. En la “Revista Valenciana de Filología” (1.959), Manuel Sánchis Guarner reproduce el “Colofó de la Biblia” de Bonifacio Ferrer (1478) “traslladada de lingua latina en la nostra valenciana (traducida de lengua latina a la nuestra valenciana)…” eliminando esta última expresión “en la nostra valenciana”. Muchas imprentas catalanas, al editar facsímiles de nuestros clásicos del Siglo de Oro Valenciano, siguiendo la misma acientífica pauta sustituyen la expresión “lengua valenciana” por la de “catalana”[12].
Francesc Albardaner se lamenta de la brutalidad con que se ha teorizado en Cataluña sobre el supuesto origen catalán de Cristóbal Colón acudiendo a construcciones fabulosas basadas en la necesidad de dar sustento histórico a una verdad inexistente:»Ara la teoria de la catalanitat a escala internacional és motiu d’escarni. La poca credibilitat que al llarg de 80 anys havíem aconseguit s’ha esborrat perquè ha tingut més ressò una fabulació que no està sustentada per cap documentació i que reinventa la història adequant-la al que la gent vol sentir«, lamenta Albardaner, esmentant la «mentida» que l’expedició va sortir de Pals (Baix Empordà).
Pues de la misma manera, la supuesta catalanidad de Colón basada en su nacimiento en Valencia -por ser, supuestamente- parte de los “países catalanes” y de “hablar catalán” es del todo punto repudiable ya que tales manifestaciones tienen el mismo origen que las manifestaciones de que Colón partió del Pals (Gerona) y no de Palos de la Frontera (Huelva). Que la Universidad es capaz de sustentar ambas teorías a la vez es una prueba de que, también, lo hace respecto de la lengua valenciana cuyo origen tiene abierta una controversia a partir del siglo XX con la introducción de factores nacionalistas y secesionistas que pretenden mudar la ley y la historia.
Dice Francesc Albardaner que “si la letra de Colón era la gótica catalana, es que aprendió a escribir en alguna escuela de los Países Catalanes (sic)”.[13] En páginas anteriores ya hemos comentado los errores, si no falsedades, en que incurren muchos autores a la hora de identificar la lengua valenciana con la lengua catalana y al reino de Valencia con su pertenencia a los inexistentes países catalanes. A mayor abundamiento voy a reproducir aquí los párrafos de un artículo que leo en la prensa mientras preparo la publicación de este trabajo. El texto es de José Vicente Gómez Bayarri, doctor en Historia y miembro de la Real Academia de Cultura Valenciana (RACV) abundando en las denuncias públicas sobre el adoctrinamiento nacionalista en los colegios.
Bayarri toma como base los documentos oficiales de la página web de la Generalitat Catalana en la se difunde “que Valencia fue un territorio agregado a la Corona de Aragón por los reyes catalanes”, arrogándose la supuesta “catalanidad” de la Corona de Aragón[14].
Confirma Bayarri lo que comentamos anteriormente, a partir de nuestra página 34, en la que confirmábamos que la “Marca Hispánica” no era ninguna región, nación o reino sino la amalgama, primero carolingia, desde 801, y después franca-francesa, hasta 1258, de distintos condados: Ampurias, Rosellón, Barcelona, Gerona, Besalú, Osona, Cerdeña, Urgel, Pallars, Ribagorza.
Bayarri denuncia que la Generalitat Catalana sostiene que “es Guifredo el Velloso el que se desliga de los reyes francos y da origen a la casa condal de Barcelona. La paranoia catalanista -dice Bayarri- les ha llevado a inventarse la figura de rey de Cataluña y sustituir al título nobiliario de conde de Barcelona” y arguye que “en un epígrafe de la ‘Expansión por el Mediterráneo’ se señala que con los reyes catalanes la Corona amplió su territorio y se incorporaron Mallorca, Valencia, Sicilia, Córcega, Cerdeña y Nápoles.”
Asimismo expone que “no existe una evidencia del uso del término ‘Corona catalano-aragonesa’ en la Edad Media, ni la intitulación de reyes de Cataluña, ni el reino de Cataluña. La terminología diplomática de la Corona de Aragón no satisface las ansias nacionalistas … que supone para ellos el reconocer la preeminencia del rey y del reino de Aragón sobre los demás territorios de la Corona, incluido el condado de Barcelona, que no posee el rango de reino”.
Gómez Bayarri denuncia el invento del título de ‘comte-reis’ para los reyes de Aragón ya que dicha “nomenclatura no está documentada en la archivística y consecuentemente esta falsa denominación sirve para igualar el título de conde de Barcelona al de rey de Aragón y no supeditar así la dependencia del territorio catalán, entidad de menor rango diplomático a la figura del rey de Aragón”.
Los títulos del monarca que registran la documentación de los archivos aparecen en los epígrafes de la intitulación del protocolo inicial y en la cláusula del regnante del escatocolo. En estas partes del documento se refleja, de forma diplomática, siguiendo el mayor rango jerárquico y antigüedad, la relación de los títulos y dignidades que ostentaba el monarca en esa fecha y los territorios en los que ejercía la soberanía regia.
Gómez Bayarri recoge varios testimonios que ratifican lo afirmado a partir de la constitución del reino cristiano de Valencia en el siglo XIII. “El rey Jaime I se intitulaba en los documentos con las siguientes denominaciones según el año de su reinado y los dominios que poseía:
-Nos Iacobus, Dei gracia rex Aragonum, comes Barchinone et dominus Montispesulani -28 de abril de 1225-.
-Nos Iacobus, Dei gracia rex Aragonum, et regni Maioricarum, comes Barchinone et dominus Montispesulani -25 de febrero de 1231-.
-Nos Iacobus, Dei gracia rex Aragonum, et regni Maioricarum, comes Barchinone et Urgelli et dominus Montispesulani -11 de enero de 1235-.
-Nos Iacobus, Dei gratia Rex Aragonum, Maioricarum, Valentie, comes Barchinone et Urgelli et dominus Montpesulani -18 de octubre de 1238-.
Advierte Gómez Bayarri que “se observa en la documentación que al registrar la relación de los títulos que ostentaba Jaime I el mismo año que capitula la ciudad de Valencia varía la posición que ocupaba el condado de Barcelona en los documentos regios, retrocediendo en la relación diplomática en esta fecha al cuarto puesto, después de los reinos de Mallorca y del Valencia, territorios cristianos conquistados respectivamente en los años de 1229 y 1238 e incorporados a la Corona de Aragón con el rango de reinos”.
Pedro IV de Aragón el Ceremonioso se intitula:
-En P[ere], per la gracia de Deu rey d’Aragon, Valencia, de Mallyorcas, de Cerdenya e de Corsega, e comte de Barchinona, de Rossello et de Cerdannya -11 de octubre de 1344-.
Alfonso V de Aragón el Magnánimo se intitula:
-Nos, Alfonsus, Dei gracia Rex Aragonum, Sicilie, Valencie, Maioricarum, Sardinie et Corsice, Comes Barchinone, Dux Athenarum et Neopatrie ac etiam Comes Rossilionis et Ceritanie (…)-9 de diciembre de 1428-
Y concluye: “Vemos como conforme se iban incorporando nuevos territorios a la Corona de Aragón por derecho de conquista o por herencia dinástica o separándose de la ‘potestas regia’, la intitulación del monarca fue modificándose. Los títulos diplomáticos que el rey ostentaba se consignan por rango jerárquico y por antigüedad de soberanía de los dominios en los que ejercía la potestad”.
Las injerencias en materia cultural e histórica de la Generalitat de Cataluña respecto a autonomías como la Comunidad Valenciana, Baleares o Aragón están a la orden del día.
[1] Francesc Albardaner, presidente del Centro de Estudios Colombinos 2008-2009. “La Catalanitat de Colom: Ciència històrica o fanatisme patrioter”. Institució Catalana de Genealogía i Heràldica, 2011.
[2] Joanot Martorell, TIRANT LO BLANCH. Gandia 1413-1468.
[3]Joan Esteve. Liber Elegantiorum. Venecia 1489.
[4] Bonifaci Ferrer. Traduccio de la Biblia 1478.
[5] Miguel de Cervantes. Persiles y Segismunda. 1547-1616.
[6] El paso de la Septimanía del dominio godo al franco. Ramón Abadal y Viñals (1953)
[7] Francisco Codera y Zaidín 1836- 1917
[8] Los esponsales están depositados en la Cancillería Real del Archivo de la Corona de Aragón, pergamino 86.
[9] En Johan Christofol Berthomeu i Colom. Juan Antonio Pérez Herrero. Queloleny Edicions 1992
[10] Francesc Albardaner, presidente del Centro de Estudios Colombinos 2008-2009. “Cristofor Colóm, ciudadano de Valencia y genovés de nación”. 2016. Web oficial.
[11] García Moya, Ricardo. El Occitano, la pesadilla del IEC. Las Provincias 23 de junio de 1997
[12] Todas las pruebas contra la mentira catalanista. 2017. Juan García Sentandreu. Ediciones Nou Valencianisme.
[13] Francesc Albardaner, presidente del Centro de Estudios Colombinos 2008-2009. “Cristofor Colóm, ciudadano de Valencia y genovés de nación”. 2016. Web oficial.
[14] Adoctirnamiento. Jose Vicente Gómez Bayarri, doctor en Historia y miembro de la Real Academia de Cultura Valenciana (RACV). Las Provincias 21, agosto 2019.
Colón firmaba como “Almirant”, que es la forma diferenciada del catalán “Almirall”. La palabra valenciana “Almirant” es exactamente la misma que Joanot Martorell usaba en su Tirant Lo Blanc, todo el escrito en lengua valenciana en pleno siglo XV
“traslladada… “de lingua latina en la nostra valenciana” (traducida de lengua latina a la nuestra valenciana). Original de la Biblia de Fray Bonifacio Ferrer. Siglo XIV
“traslladada de lingua latina” (traducida de lengua latina). Falsificación catalanista de Sánchis Guarner, 1959
Gómez Bayarri recoge varios testimonios que ratifican lo afirmado a partir de la constitución del reino cristiano de Valencia en el siglo XIII. “El rey Jaime I se intitulaba en los documentos con las siguientes denominaciones según el año de su reinado y los dominios que poseía:
-Nos Iacobus, Dei gracia rex Aragonum, comes Barchinone et dominus Montispesulani -28 de abril de 1225-.
-Nos Iacobus, Dei gracia rex Aragonum, et regni Maioricarum, comes Barchinone et dominus Montispesulani -25 de febrero de 1231-.
-Nos Iacobus, Dei gracia rex Aragonum, et regni Maioricarum, comes Barchinone et Urgelli et dominus Montispesulani -11 de enero de 1235-.
-Nos Iacobus, Dei gratia Rex Aragonum, Maioricarum, Valentie, comes Barchinone et Urgelli et dominus Montpesulani -18 de octubre de 1238-.
Advierte Gómez Bayarri que “se observa en la documentación que al registrar la relación de los títulos que ostentaba Jaime I el mismo año que capitula la ciudad de Valencia varía la posición que ocupaba el condado de Barcelona en los documentos regios, retrocediendo en la relación diplomática en esta fecha al cuarto puesto, después de los reinos de Mallorca y del Valencia, territorios cristianos conquistados respectivamente en los años de 1229 y 1238 e incorporados a la Corona de Aragón con el rango de reinos”.
Los 9 condados (hoy catalanes) de la “Marca Hispánica” que pasaron de ser territorios romanos, hispano-godos y musulmanes a soberanía francesa (franco-carolingia) a principios del siglo IX fueron feudatarios y vasallos del rey de Francia hasta 1258 en que se incorporaron a la Corona de Aragón y por esta a España con la firma del tratado de Corbeil entre Luis IX de Francia y Jaime I de Aragón.
En los mapas, los condados catalanes franco carolingios de la “Marca Hispánica” aparecen como territorios franceses hasta 1258.